Ayer y hoy

Ayer jamás hubiéramos intercambiado palabras, miradas ni besos. Nunca nos hubiéramos encontrado en los pasillos, en las salas rojas ni verdes, ni el Patio Central ni en la Biblioteca General. Ayer éramos otros. Distantes, desconocidos.

Hoy nos reconocemos. Nos vimos alguna vez junto al Patio de la Virgen, al lado de los libros viejos, cerca de las voces celestiales y los instrumentos de los sueños. Quizás, sí sabíamos quiénes éramos, quiénes seríamos y en qué nos convertiríamos. Hoy ya somos estas sombras nostálgicas que caminamos juntas, uno al lado de la otra, con nuestras miradas bajas y rostros melancólicos. Hoy ya somos lo que jamás soñamos. Hoy somos lo que Dios nos permitió ser. Hoy somos marido y mujer.

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